Bogotá, un día cualquiera, septiembre de 2019. 7:40 p. m. Llueve, hace frío, tirito mientras escribo. Las calles son un caos de inundaciones, trancones y obras. “No es normal que en esta época llueva tanto”, se oye decir. Los vendedores de sombrillas hacen su agosto en septiembre. No somos ajenos al cambio climático, es una realidad inmediata. Y la industria gastronómica tiene una gran responsabilidad. Desde toda la cadena que abarca al consumidor, al proveedor, a los restaurantes, los productores de alimentos, el transporte, los empaques, etc.